viernes, 23 de mayo de 2014

El privilegio de llamarse Laura



Para Isa, en la ascensión de sus dudas y la fuerza de su bondad

Querida amiga:

Nuestras hijas nacieron en la primavera de la postmodernidad. No van a hacer listas de pendientes, ni se van a escudar en los conceptos porque nos heredaron menos miedo a la vida.

Andan ocupadas en construir su futuro.  Las piezas del rompecabezas, los silencios de los demás, las explicaciones ajustadas a lo que nos vendieron con hambre de preocupación, las reciben con beneficio de inventario y no como una cuenta final con dos columnas resaltadas en rojo, como buen egreso.

Caminan con la seguridad que palpita en su hipotálamo, porque de la mano de seres sensibles, han copiado la mejor parte de la canción.

Eso sí, nos han tenido para rodearlas de una humanidad que prioriza el amor sobre la desidia y el insano poder del egoísmo.

Como nos han visto llorar y deponer el dolor, si acaso tenemos que alternar con la celebración de lo que ocurre a sus hermanos, tienen la capacidad de medir la bondad y evaluar la fuerza curativa de la compasión.

Conectaron los vestigios de sus primeras sensaciones, con una palabra mágica pronunciada a tiempo y con la enseñanza maravillosa de una respiración pausada, con una carcajada cómplice, cuando el más desalmado de los humanos pretendió arrebatarles la lógica formada en el chacra equivocado.

Las cicatrices pueden importarles menos.  Son recias y críticas, más no esclavas sumisas de intromisiones ajenas.

Armonizan nuestras marcas, porque se las mostramos sin culpas.  Fueron capaces de devolverles la energía, incluso cuando el ciclo de la felicidad parecía fenecer en equivocadas elecciones.

Tienen en sus párpados el secreto de la resurrección, marcado con rótulos de un único significado: Laura.

Están lejos de caer en las trampas que quieres evitarles, Isabel.

Nos vieron en blanco y negro; desnudas; con maquillaje y sin color, a la madrugada; superiores en el universo de los tacones, y también atadas al centro de la tierra con la fuerza de los pies descalzos.  Se transformaron a nuestro lado porque vieron el rostro de la tristeza, mientras jugaron en medio de la magia creativa de la feminidad.

Su voluptuosidad es mental; en la transparencia está la única opción; y la lealtad es el gen natural que las cobija.  La evidencia de su carácter socrático permea sus luminosas sonrisas de cíclicos asombros.  La piel de los ojos es en ellas una marca de afecto que las hace exclusivas.

Por llamarse Laura, llevan consigo el privilegio de la Victoria.

No te preocupes, querida amiga…antes de que nosotras marcáramos el siguiente mensaje virtual, ellas ya soñaron con tomar fotografías y cantar para creaciones eternas como las de Jade Beall, en las que su cuerpo, es solo la marca pública de la verdadera esencia.

VER EL VIDEO...


http://www.upsocl.com/inspiracion/una-fotografia-encendio-la-chispa-para-que-muchas-madres-nos-muestren-como-se-ve-su-cuerpo-despues-de-tener-hijos/





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