Jugábamos a los prisioneros,
sin saber que en el penúltimo beso identificaríamos la tendencia de
nuestras manías, justo en la distancia, el día antes de que acabara abril.
Las absurdas; las
explicativas de la línea que divide la racionalidad y la expresión externa de
una explosiva y ganada complicidad.
Las lineales; las del
sueño sensato que bordea los tímpanos, para que hurguemos en la inexorable
disciplina de la cotidianidad.
Nos miramos por la
hendija, con la ilusión de desarmar los dedos que el vencimiento de términos de
afanes célibes, permitió aclimatar para reinventar este primer silencio sin
ganas de olvido.
SI!
Respuesta monosílaba a la
sonoridad de tus dudas.
Ensánchala para
demostrarle a la noche de estreno, que es posible conocer la otra cara de la
verdad.
En este tránsito que nos
deja la noche del milagro de abril, mientras el lago chupa las piernas de los
indecisos, déjame respirar en la muralla de tu larga blancura, la falsa sentencia
de tus verdades.