lunes, 30 de junio de 2014

El juego de la justa medida




Jugaré a armar una cartulina en la que pueda rayar mis ilusiones sin miedo a la censura.

Aventurarme a la locura, con la avidez nocturna de las palabras que espero suenen locamente cuando pueda contagiarte de noches afanosas, con ojos amarillos bajo una chimenea.

Podré pintar un sombrero y abrigo que no desentonen con tus misterios y sumar a los bolsillos, el discreto encanto de tus ondas mentales.

En la espera de un baile privado, de una última fuga de dolor, de una certeza que pueda compartirse del lado femenino, le daré color a los blancos anuncios que quieres esconderme y el regalo moldeará tus gruñidos para ahogarse en la mística copa que evapora el agua de la paciencia.

Borraré, editaré, recortaré los miedos de siempre y probarás la escarcha salmón de las rosas que te acompañan a distancia cada noche.


Encenderé la parafina, hasta que se derrita y guardaré a mi medida la caja sonora que resistirá los movimientos, sólo en señal de espera, sólo para que un día al fin preguntes lo que yo sentía.

jueves, 19 de junio de 2014

El beso de la mañana



Para una loba que se aleja de las culpas

En la noche la arropaban los miedos de la maternidad y la prisa de una vida en la que solo deseó aventura.

En el día luminosas carcajadas acompañaban sus rutinas, como válvula de escape a un vaivén de teorías que fue desbaratando con el paso de las ausencias de su hombre.

Puede ser tarde para sus arrepentimientos; quizá están en primera línea de fuga sus verdades.

Es probable que la fortuna no tenga 24 horas posteriores para que evalúe los sueños y le gane a la taquicardia de sus sincronizados reconocimientos.

Por un día, será protagonista de un invento propio, buscado en el penúltimo movimiento de su corazón de adolescente y se abrirá en el abrigo profundo de un abrazo acalorado, previo a los vientos de agosto.

La acompañará esa sonrisa retadora de las ganas de aplazamientos del adiós; el beso novedoso en la mañana; el reconocimiento de nuevas muertes y las ganas de encalambrar los golpes de los abrazos que se demoraron el tiempo preciso para que ella pensara en su propia vida.


Será feliz.  Y luego querrá más. Y lo tendrá, porque lo merece.

domingo, 15 de junio de 2014

La dulzura del tomate



Nos escribe MISS LUNA...la dama de las carcajadas y los sabores dulces.  Un ser lleno de futuro, a la que nada la amilana, porque sabe que la cocina feliz, 

como el amor, tiene mucho de mito.



Los tomates tienen para ella el mismo efecto que las cebollas.  
El cuchillo parte los gránulos de recuerdos que necesita evaporar. 

El tinte rojo se cuela al final del traslado, como recordándole que aún en ebullición, tambalea su memoria.

Necesita llorar, decir adiós a una brigada de sueños rotos, compañeros de un primer día en el que las señales le decían, puede que sea mejor evitarlo.

Los cortes de los vegetales entran a su vida, bajo la lupa de las imágenes que los demás tenemos sobre los dos.

Ella, carcajada viva del destino.

Él, miedo inconcluso del futuro.

Acaso una  noche de luna, de claves con sabor de regreso, de música potenciadora de lágrimas, de tardes con amigas y rosas rojas que escuchan sus lamentos, pueden ayudarle a entender su condena?

Tiene piel de tomate, cáscara maleable del agua caliente de la insatisfacción, y a la vez, secreto de una receta indeleble, que ya la vistió de un poder exquisito que jamás la devolverá a situaciones de dolor.

Ella es única…como el color de todas las sensaciones aprendidas, por quien amalgamado en sus caprichos, no se atrevió más a probar esa dulce sazón en distintas y suculentas formas, que alguna vez ella le enseñó a armar y cocinar para AMAR.

Las dueñas de la silla



Intentaron acercarse sin fingir, a un mundo en el que las mujeres lloran porque no tienen zapatos y se angustian al dejar en el bus a sus niños.

No pueden ofrecer garantía alguna, porque como las reinas, sonríen y envían mensajes a distancia.  A cualquier edad, esperarían tener escrituradas las esquinas del poder, aunque pese a su carisma no reciben suficientes pruebas de quienes alardean ser su círculo inmediato.

Conocieron.  Perdón. Pudieron dar a conocer un nuevo horizonte. Expulsaron sus miedos, pero se dejaron ganar por la única tentación de la que debían marginarse.

La mujer que pide zapatos solo conoce una pradera lodosa.

Otra, de su género, la reconoce.  La mira con esperanza y admite que quiere ayudarla para  que se tranquilice y se encuentre con su verdadero yo: lento y real; contrario y retador de una velocidad podrida.

No está loca.  Sabe que puede encontrarla, antes de cerrar su urna y comprobar que un día como hoy, se le adelantaron para que no estuviera vacía.


Las dueñas de la silla la llenaron una vez más de agua vaporosa y falsas realidades.  

Le prometieron zapatos, le regalaron traición.


martes, 10 de junio de 2014

La trampa de los lobos



Soñé que eras una criatura disfrazada de humildad, cuando en realidad eras el anzuelo.

Llevabas en la mano un cartel que mostraba tus falsas cicatrices y disfrazaba tu esponjosa humildad.

Aprendiste a moverte en tu otro yo, en la trampa de una miseria que hace rato superé.

No te quedaba bien perder, ni a mi hurgar para descubrir mis habilidades olfativas.

Era crónico tu dolor nocturno.  Aún sin oponerte ya eras mi cómplice sentenciado.

Tras la brutalidad de estas cuatro líneas murió el latido de la venganza.


En realidad, sólo fue un intercambio de pobrezas.

Retroceso emocional



Nos escribe una loba en vía de extinción, capaz de camuflarse con ritmos artificiales...en lo que concierne a sus fatigas...a sus corajes.


Me invade en momentos donde la debilidad aflora y en segundos me quita la gallardía que me impongo, como resultado de malas experiencias.

Concentro gran parte de mí en la necesidad de levantar un muro de contención que me blinde del sufrimiento y el dolor, pero más tardo en hacerlo, que en sorprenderme con la aparición de un episodio demoledor de fortalezas fallidas, de nuevas ilusiones y esperanzas.

Entiendo e interiorizo que puedo levantarme para retornar y  seguir luchando. Me dejo quebrantar por esa sensación que me hace flaquear por una simple demostración de afecto.  Tal vez el trasfondo está en la necesidad  de sentirme cobijada, protegida, amada, deseada, admirada, en la categoría universal que todas demandamos.


Palpita un retroceso emocional, cuando el punto de equilibrio que construyo con esfuerzo y  exceso de certezas, tropieza con un accidente despiadado e inmisericorde que derrumba en segundos los últimos milímetros de sensatez que interpuse  para el blindaje de nuestro más preciado tesoro.

INSTINTOS





Nos escribe una loba a la que le arde la imaginación, 
con ganas de luz y vida...


I. Amor de mi vida, protagonista de mis más bajas pasiones y profundos instintos.  Todo mi ser palpita jadeante por una caricia tuya y galopa apresurado a tu encuentro para disfrutar tu cuerpo varonil en horas infinitas de placer y felicidad. El aroma de tu sexo inunda el mío y penetra hasta el más recóndito lugar que habita en mí...

II. Creo, al igual que muchas mujeres, que tener buen sexo implica ver la cara de satisfacción cuando brindas placer. Disfrutar orgásmicamente una y otra vez de su habilidad para lograr que mi cuerpo se humedezca de felicidad y grite al mundo que ver la cara de los dioses es posible.


LA BURLA Y LA LUZ



Nos escribe una loba capaz de transmutar su infierno, llenándolo de la energía vital, sobrecogedora, que solo anuncia la llegada de la luz.



Estaban ahí, siempre.  Sabían camuflarse en los lugares menos sospechados, de manera que cuando salían, sus miedos la sorprendían y por un minuto, podían asustarla.  

Ella había aprendido a reconocerlos a fuerza de sufrir por el temor que le producían.  Los escalofríos la habían fortalecido.  Los miraba de frente y caminaba con ellos, pero de cualquier manera prefería que no fueran visibles.

La primera vez que los vio, no pudo identificarlos muy claramente, creyéndolos reales, porque sonaban y se veían tan ajustados a este mundo. 

Se dejó guiar por ellos sin hacer mayores preguntas.  Así se fue y se perdió. No sabía que estaba perdida; aunque todas las señales se lo indicaban, no era fácil reconocerlos. 

Una mañana, a pesar de lo brillante que era el sol, sólo podía sentir frío.  Levantó su mirada y se encontró con el terrible barquero, quien esperaba que subiera tranquila y cruzara con él el pavoroso Hades.  Caronte la veía hacía mucho caminar por la orilla, aunque tan absorta en sus angustias que difícilmente sabía lo que ocurría en su alrededor. 

No se daba cuenta de cuánta alegría había en su vida, de cuánta luz  le proporcionaban sus soles inocentes que sólo querían jugar y gritar al mundo su felicidad, con tanta energía que podrían iluminar el mundo entero, menos a un ser irreconocible poseído por sus miedos.

El olor de la muerte la sacudió.  Los niños gritaron tan fuerte que lograron despertarla.  El miedo a cruzar el espantoso río la hizo volver, pero respiró de nuevo, como cuando era niña y nada más importaba, como si fuera la última oportunidad de vivir.


Justo ahí logró enfrentarlos, reírse de ellos y seguir.  No obstante la acechan y algunas veces la encuentran desprevenida, lo que es una ventaja, porque de nuevo puede ella, como Psique y Orfeo, decir que ha burlado a Caronte.