domingo, 4 de enero de 2015

Una pregunta plena


plenitud

Por: Laura María Rincón Arteaga

Fuera de su salón de clases y sin decir ninguna palabra, un amigo me hizo ayer la pregunta. Lo observé sintiéndome pequeña, tonta, ingenua. No sabía qué decir o pensar.  Entendía la pregunta pero no la respuesta.

Ayer me ocupé de otras cosas, no me detuve a pensar, no quería hacerlo.  Pero ahora no puedo escapar.  La pregunta se me ha presentado de tantas maneras en la mañana que ya no soy capaz de ignorarla, y aun no sé qué responder a eso.

¿Qué es sentirse plena? ¿Alguien lo ha sido alguna vez? ¿Cómo lo ha logrado? Personalmente, pocas veces en mi vida.  Es una hermosa sensación que no supe cómo logré.  Simplemente ocurrió.  Era feliz con todo, era una con el universo.

¿Es algún estado de perfección inalcanzable? ¿o es algo tan humano como el mismo hecho de respirar? ¿Qué es? La misma palabra suena a maravillas, quién no quisiera ser ejemplo de su significado. Realmente, ¿soy plena?, la respuesta sería no, pero podría serlo, si me lo propusiera.

Aunque también parece difícil, debió preguntarme algo así como ¿cómo llegar a ser pleno? Bueno, nadie es igual a nadie, aunque todos tengamos iguales derechos.  Cada persona es diferente, tiene su propia filosofía, su ideología, su modo de ver las cosas, de sentir.

Ser pleno es algo personal.  Consiste en ser quien eres realmente, en obtener lo que verdaderamente deseas, en sentirte bien con quien eres. Supongo que eso es la plenitud: estar como de verdad deseas estar en cada aspecto de tu vida.

Imagino que debería encontrarme conmigo misma, entender mi corazón y mi cerebro, conocer mis reglas y aplicarlas completamente en mi vida. Mejor aún, vivir sin ellas.

Reconocer cuánto me gusta lo que hago y en qué medida estoy comprometida con ello; recordar las causas por las cuales lo inicié. Incluso, hacer unas visitas de vez en cuando, porque el tiempo no regresa y no sabes si mañana algunas personas seguirán allí, donde están ahora.

Tomar con seriedad muchas cosas, organizar mis prioridades, satisfacer los deseos, necesidades y responsabilidades, como alineando jerárquicamente la pirámide de Maslow.

La plenitud no solo es un estado, es una forma de vida, es una forma de realizarse. Plenitud es sentir que todo marcha bien, tomar los problemas y no angustiarse porque identificas las soluciones alternativas; conocerte y amarte sin ningún prejuicio.


Es algo que todos queremos, pero poco tenemos. Tal vez, un posible camino a la paz.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario