viernes, 2 de enero de 2015

2015 deseos para lloronas

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El último día del año es un camino obligado de regreso para todas las lloronas. Un tiempo de balances impuestos, de indicadores automáticos, de recorridos por rutas en las que muchas veces no salimos bien libradas.

Acaso alguien se preocupó verdaderamente por escuchar nuestras ocurrencias, cuando miramos entre la hendija del pasado y explicamos por qué soñamos recurrentemente con esa habitación de la cual no podíamos salir?

Estos días, de listados y promesas, en los que soportamos estoicamente el resultado de esas lágrimas que un día nos permitieron sanar, solo tienen un mensaje para todas ustedes, mis amigas lloronas:
Si fuimos felices o no; si vagamos por la incredulidad; si de pronto nos sentimos malas madres; mujeres aturdidas y sin rumbo; arrastradas por nuestro ego; exigentes e implacables con nosotras mismas; vulneradas por el silencio; dudosas del presente y del día siguiente; mujeres que cambiaron absurdamente el destino de las horas y prolongaron sus desvanecimientos.  Si fuimos felices o no, podemos nacer uso racional de todo lo que nos costó vivir y atraer 2015 nuevas razones en qué creer.
Sentir que estamos vivas; que arrasamos la luz de nuestro espíritu para cuidarlo amorosamente; que buscamos con carácter percibir lo insólito; tener más experiencias y dejar de ser frágiles por los conceptos de los demás.

Para que nada nos distraiga, ni las lágrimas.  Para dejar de llorar y hacer una pausa que sea vital en nuestras artes, sueños, esperanzas, bondades y honores, para armar nuestra única línea de tiempo, sin aterrarnos por el resultado, visibilizando la ingenuidad, la claridad y la recuperación de la conciencia.
Les deseo 2015 nuevas razones para ser felices, sin fragmentaciones, sin engaños, con relatos que combinen nuestros verdaderos deseos.  2015 motivos de sobra para restaurar nuestro sentido gregario y de humanidad, de encuentro, de perspicacia y deseo a la hora de conocer, de ir y volver, de quedarnos o huir, si  así lo deseamos.

Hagamos el balance con menos culpas y más habilidades para adaptarnos a nuestros ciclos; para actuar con coraje y sin fatigas, para recuperar nuestro sendero y saber, instintivamente, cuándo tenemos que dejar de llorar.

Correr por la ruta que nos lleve a la felicidad, a un final del tiempo en el que seamos tejedoras de libertades.

Que atrás queden las mujeres inseguras, peligrosas y reprimidas.

Este tiempo nos trae nuevas sensaciones de libertad, creatividad, de recuperación de la fuerza de vital para entender que no estuvo mal ser frágiles, confusas, apáticas, volubles o dubitativas.

Teníamos derecho, y en el nuevo año, preferimos seguir adelante, decidir y sentirnos vivas, imponiéndonos solo el ritmo de nuestros propios límites.


Feliz año a todas las lloronas de abril.

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