domingo, 4 de enero de 2015

Regalo anticipado de primavera

primavera

¿Acaso yo sabía que los temores podían hacerse realidad y separarme de ti?

Sollocé varias veces y me culpé por exagerar mi racionalidad. Repetí que era mi culpa. Me dejé ganar por tontas imaginaciones y volví a condenar mi forma de sentir.

Yo, que creía que te molestaba mi libertad, supe que precisamente era lo que más esperabas de mí.  Que la mantuviera, incluso para decirte que no cabían entre nosotros algunas restricciones.

Los aires de los primeros días te traen como un regalo de primavera anticipada.  Y yo, que tantas noches imaginé tu odio y lo intercambié por mis imperfecciones, cuando en realidad debí suponer que sabes quién soy, tengo ahora la certeza de que conoces cómo te espero, así pasen los días y aumenten las obligaciones.

Sé que puedo narrarte la nostalgia, hablarte desparpajadamente de los cambios, ceder a tus peticiones de virtualidad y sentirte aquí, a la vuelta de mi realidad.

En tu ausencia, me lo dije una y otra vez, y ahora que apareces de nuevo te anuncio verdades que conocemos los dos, de esas que a ti no te da miedo escuchar.

Tú.  Que sabes sonreír, vivir tu hoy, ir tras los momentos que deben coleccionarse.

Que vibras si me escuchas y celebras mi incompatibilidad con el mundo. Tú que ya te robaste mis incertidumbres hace tanto tiempo, y empacas mis certezas en el día a día, porque no tienes miedo de abordarme.

¿Acaso los dos sabemos que pueden separarnos?


Pueden cambiarnos las horas, pero no el pasado y los vínculos que nos unen. Los dos sabemos que en esa bolsa de acontecimientos, la memoria retiene todos nuestros placeres, y que entre nosotros, el olvido jamás será un sitio para visitar.

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