Por Jessica Cruz
Debo prometerme a mí misma que ya no voy a pensarte en la
cocina, porque si hay algo peor que la filosofía en el bus, es la filosofía del
fogón. Por lo menos en el bus no se me
queman los plátanos.
Haré una lista de lugares para no pensarte porque es evidente
que si te imagino por momentos correré un grave riesgo.
Debes saber que nada es parecido al peligro que estoy
corriendo al intentar escribir pensando en ti. Vivo cada vez más de excusas que
de motivos, y me parece peligroso, bastante peligroso, desnudarme al trascurrir
de las letras. Decirte de manera directa
lo que debes descubrir al trascurrir de los besos.
Está perdiendo sentido escribirte. Pierde cualquier sentido porque vivo en una
constante interacción con querer nombrar tantas cosas y no poder hacerlo. Se me
olvidan las definiciones y las palabras. Ya no es sencillo descubrir lo que
siento, jamás lo he sentido.
Se me escapa la elocuencia y si sigo así olvidaré
escribirte. Esto es cada vez más fuerte; tan fuerte que arruina toda sintaxis,
toda métrica, toda capacidad de comunicación. Tengo tanto miedo que finalmente
tendré que regalarte tarjetas impresas de miscelánea o mensajes prefabricados
que puede enviarte cualquier persona que no siente ni la mitad de lo que siento
por ti.
Estoy corriendo un grave peligro al escribir esto porque
siempre ha sido más fácil escribir de la tristeza que de la alegría y como a
casi todos los seres humanos, me resulta una emoción desconocida, casi
alienígena ¿Será por eso que no puedo escribir nada?
Soy feliz y estoy plenamente convencida de que las palabras
se están ahogando con la cobardía. Si me enamoras es por la historia que
provocas. Una que puedo apenas mencionar, una que se inició cuando podía
atreverme a tener miedo.
Pasa el tiempo, los años, los centenares de personas que
conocemos, las historias que vivimos y que finalmente nos llevan a este lugar.
Este es el ahora y con el peso de la madurez inconclusa, de la vida en obra
negra, no siento la presión del tiempo,
sino del significado.
Todo se vuelve más complejo pero tú estás a mi lado y puedo
entenderte, puedo poco a poco descubrir quién eres; ya no tengo adjetivos para
describirte porque estás más allá de cada palabra que conozco. Cada instante
contigo carga tras de sí un conjunto de simbolismos, de pensamientos y
recuerdos en los que sólo puedo sonreír, no escribir.
Tal vez cometa un grandísimo error al escribirlo, pues se me
hace más difícil creer en los momentos perfectos. Así que escojo un momento al
azar y será éste, ocupado y distante como siempre, inoportuno.
Leerás este mensaje quizás cuando estés en el autobús, en tu
casa planeando la vida, durmiendo o simplemente existiendo y yo no estaré
presente. No es momento para ser
cobarde. Ojalá entiendas lo que quiero decirte porque estoy perdiendo el habla.
Me encantas y no puedo mencionarlo. Me encantas como la luz a las mariposas.
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