"El que no tenga Dios, que tenga supersticiones...mientras haya flores amarillas nada malo puede ocurrirme. Para estar seguro necesito tener flores amarillas". GGM*
Me
subiré una vez más a tu carro, atando mis manos para no provocarte sobresaltos.
Callaré
los míos para dar una tregua habitable por una mujer más sensata.
La que espera la luz, inconscientemente; la
que ruega un día caluroso, con cierre de los cigarrillos que guardas en la
cajita de metal que un día espero desocupar a punta de carcajadas que
reemplacen los vicios, las ansiedades, que pasen a la media luna escondida en algún rincón del escritorio público.
Cuando
te vea de nuevo seré menos mesurada. Te besaré
cuando la necesidad se me venga a la piel, y no guardaré palabras. Las justificaciones vendrán así, como en
letreros que leerás sin resquebrajar tu pausada madurez.
Me subiré
una vez más al carro, atando mis recuerdos a la condición futura que teje para
mis bondades una reputación menos caprichosa, pero más explosiva, aventurera,
gigante, desmedida, incorregible, incontrolada.
Cuando
las dueñas del psicoanálisis digan que nunca me he enamorado, yo solo responderé que probablemente haré justicia con tu imaginario de carnaval, contando la verdadera historia de la manilla que marqué y pedí para ti, como si
fueras el único ser disponible para encajar en mis debilidades, en el color de
la plenitud.
* Foto: Laura Castaño Giraldo.
* Foto: Laura Castaño Giraldo.
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