Hoy he comprendido con más razón que
sentimientos, que esta vida no puede ser un juego. Que hay que volcarse a lo importante, porque
el jugador más fuerte del equipo ronda y ronda el arco; bombea y bombea la
cancha entera, antes de las jugadas memorables.
Que los retratos de la perfección
saben a carcajadas liberadas en tu carro para conjurar dolores; a las certezas
de la gente alegre; a la dosis perfecta de cortisona con olor a esencia de
chicle.
Que es en las pérdidas donde nos
volvemos amigos de los verdaderos ojos del llanto, antes de pasar la página y
refugiarnos en la bondad de las almas cercanas.
Que la inmortalidad se palpa en los abrazos espontáneos de quienes creen
en las acciones éticas, y aparecen de repente en el piso 18 cuando el mundo
celebra la inconsciencia, solo para recordarte que tienes un par, lejos de la
miseria.
Que la idea curiosa de repasar
titulares e imaginar otros, es un ejercicio de contemplación, porque la
complicidad está en las torpes intensidades de almas que irremediablemente volarán
a tus ojos, porque te pertenecen.
Que no hay humillación pues todo se
compensa; las ilusiones no se apagan, solo se nutren de nuevos beneficiarios.
Que no puedes estar derrotado jamás
si caminas por la línea blanca del placer respetuoso. Que nadie puede burlarse si los une camino de
vistosas mariposas. Que no existe la
derrota si adentro palpita la transparencia de las acciones, incluso si
habitas un sillón prestado en las
escaleras que conducen a la soledad del poder.
Que tus armas más dignas son
impenetrables. Que escuchas voces de
aliento, femeninas, conscientes, invencibles.
Que después del desenfreno está la
acertada renuncia, porque el regalo llegará un día, disfrazado de tonos y
frases del cono sur, capaces que descubrir tus sueños mojados y ponerlo en
metáforas, a pesar de que solo queden pocos días.
Que dará miedo pensar en ese espejo
de vida, pero que los caminantes aparecerán como recompensa, como acto de fe,
como buena suerte, como compensación individual, no de patria, de vida, de
muerte, de juego…
Tus leyes se imponen en medio de la algarabía
colectiva, del recibimiento de los héroes, de los falsos regaños, de los
correctivos de los egos, con órdenes a distancia.
Hoy he comprendido con más razón que
sentimiento, que la historia no se borra…que nada te arrebata la esencia, que
las oportunidades llegan con generosidad, porque aún no hemos perdido el
anhelado partido del cariño.
Que el marcador estruendoso es solo
una oportunidad para continuar siendo. Que
nada te borra de tajo el día 28, que puede ser un siglo, si adentro florecen los
audios de primera mañana para las amigas; la encendida de la vela morada en el
baño; el buenos días a distancia, con ojos cerrados, con editada de letras para
no perturbarle el sueño de escritor.
Eso es lo que habría que decirles a las
chicas que esperan el rescate, para sacarles media sonrisa, o por lo menos, una
mueca de sonrisa: que la historia no se borra, que puedes soñar sin límites,
que puedes nombrarlo, imaginarlo, amarlo, esperarlo, sin que nadie lo prohíba,
porque son tus momentos de verdad infinita.
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