viernes, 1 de agosto de 2014

Las almas del sillón rojo


Para una mujer que apenas despierta.  Que ve a lo lejos, el regreso del alma perdida; la química secreta de sus próximos encuentros.*



Estaba enamorada de un recuerdo.  Descubrió que era adicta a su olor, a sus ojos, a la delicadeza de los dedos que sin piedad la recorrían hasta rendirla.

De la imagen de un huracán silencioso que dejó a su paso las huellas del amor que nunca fue.

Su piel aún transpiraba el placer de las últimas cinco noches en aquel sillón rojo, testigo silencioso del amor a destiempo, secreto, puro y lujurioso que no se confesaron con palabras.

Y qué importaban las palabras! Sobraban, estaban de más! Bastaba con cruzar sus almas juguetonas, ávidas de aventura, para que confesaran y danzaran al ritmo de las notas celestiales, el silencioso "te he estado esperando, no sé desde cuándo, pero te he estado esperando".

Retozaron.  Una y otra vez en el sillón rojo, sin pudor, dispuestos a dejarlo todo, abandonados a la certeza de un doloroso adiós, estuvieron seguros de que sus almas nunca más podrían separarse.

* Pintura de Juan Naranjo Torres.

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