Esta loba se llama Simona. Los demás creen que necesita despeinarse, pero no saben que en su piel resbalan los estereotipos que la van llevando por una ruta en la que sus mejores armas son las sonrisas y las letras. Ya eso es suficiente.
Yo diría que el amor es entregarse
plenamente, dejar a un lado aquellos estereotipos de ser físicamente lindos, armónicos,
atléticos o fitness; las exigencias que nos impone día a día la sociedad que alcanza una supuesta
felicidad.
A pesar de los muchos sermones que
reciba por pertenecer al selecto club de los bellos, y mis esfuerzos en vano
por sumergirme en alguna de estas locas tendencias, mi corazón alberga la
satisfacción de poder compartir mi vida con alguien que vive mis sueños y
anhelos como propios; alguien a quien le puedo confiar mis secretos, mis dudas,
mis preocupaciones; que me acompaña en todo momento…alguien con quien me
entiendo tan bien en todos los aspectos.
Eso incluye también la intimidad; ahí donde a él poco o nada le importa qué tan gorda despelucada,
desarreglada o desmaquillada esté. A la hora
de hacer el amor, la lujuria es dueña de su cuerpo y sus emociones, y las
sábanas que envuelven nuestras pasiones son testigos de los besos que se
desbordan intensamente. Podría decir que
falta cuero para que las caricias sigan la ruta erótica que las conduce al
clímax, aunque no es necesario entrar en detalles, pues solo quien ha vivido un sexo loco
impregnado de amor sincero puede
entender el impacto de semejante suceso.
No desconozco la importancia de ser
“bella” por salud o bienestar, pero amo el hecho de que me amen, por sobre
todos las cosas y sobre todas las situaciones.
Para mí el amor es más que una
apariencia, más que un físico, más que un estándar impuesto. Mi idea del amor es y seguirá siendo aquella
de entregarse sin reparos de más o de menos… pues solo el amor me brinda la
verdadera felicidad.
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