lunes, 30 de junio de 2014

El juego de la justa medida




Jugaré a armar una cartulina en la que pueda rayar mis ilusiones sin miedo a la censura.

Aventurarme a la locura, con la avidez nocturna de las palabras que espero suenen locamente cuando pueda contagiarte de noches afanosas, con ojos amarillos bajo una chimenea.

Podré pintar un sombrero y abrigo que no desentonen con tus misterios y sumar a los bolsillos, el discreto encanto de tus ondas mentales.

En la espera de un baile privado, de una última fuga de dolor, de una certeza que pueda compartirse del lado femenino, le daré color a los blancos anuncios que quieres esconderme y el regalo moldeará tus gruñidos para ahogarse en la mística copa que evapora el agua de la paciencia.

Borraré, editaré, recortaré los miedos de siempre y probarás la escarcha salmón de las rosas que te acompañan a distancia cada noche.


Encenderé la parafina, hasta que se derrita y guardaré a mi medida la caja sonora que resistirá los movimientos, sólo en señal de espera, sólo para que un día al fin preguntes lo que yo sentía.

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