martes, 10 de junio de 2014

Retroceso emocional



Nos escribe una loba en vía de extinción, capaz de camuflarse con ritmos artificiales...en lo que concierne a sus fatigas...a sus corajes.


Me invade en momentos donde la debilidad aflora y en segundos me quita la gallardía que me impongo, como resultado de malas experiencias.

Concentro gran parte de mí en la necesidad de levantar un muro de contención que me blinde del sufrimiento y el dolor, pero más tardo en hacerlo, que en sorprenderme con la aparición de un episodio demoledor de fortalezas fallidas, de nuevas ilusiones y esperanzas.

Entiendo e interiorizo que puedo levantarme para retornar y  seguir luchando. Me dejo quebrantar por esa sensación que me hace flaquear por una simple demostración de afecto.  Tal vez el trasfondo está en la necesidad  de sentirme cobijada, protegida, amada, deseada, admirada, en la categoría universal que todas demandamos.


Palpita un retroceso emocional, cuando el punto de equilibrio que construyo con esfuerzo y  exceso de certezas, tropieza con un accidente despiadado e inmisericorde que derrumba en segundos los últimos milímetros de sensatez que interpuse  para el blindaje de nuestro más preciado tesoro.

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