jueves, 14 de agosto de 2014

La mirada indestructible de la fe



Dame pequeñas dosis de ti que contaminen prioritariamente la energía de mi soledad.

Déjame soñar que hay una certeza adicional con menos sabor amargo y un entusiasmo que no se extinga con la puesta de sol.

Sólo permítelo. Creo que es una medida necesaria.

Ya lo discutimos, aunque necesites convencerte de que es real, revaluable en las ideas publicadas cada semana para beneficio de quienes te conocen.

¿Por qué no mirarse en una ciudad más calurosa, y dejar que pase el viento y acuñar los nuevos términos, esos que se vuelven compactos en cada anochecer?

¿Por qué no ausentarnos y esquivar las velocidades asfixiantes, encerándonos en una burbuja de placer?

Guárdame la llave en una cajita transparente que quepa en tu bolsillo izquierdo.  Bésemonos sin piedad en la esquina del trabajo y lleguemos a pegar las señales en una sala con chimenea.

Dame pequeñas dosis de ti.  Al final de viaje, no tendrás que imponer tu criterio.  Sabrás que sí podías compartirlas conmigo, porque nunca voy a traicionar tu sonrisa revolucionaria, porque crece dentro de mí la mirada indestructible de la fe.

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