martes, 30 de septiembre de 2014

Un último respiro



Respiraba como diciéndole a las horas que no corrieran más porque no iba a alcanzarlo.  Perdía la mirada entre un pedacito de sí misma…se concentraba en los movimientos  de su bebé, porque realmente la cautivaban y se llenaba de valor como queriendo pensar en el después.

Se veía absolutamente convencida de lo que vendría, aunque sus largas pestañas fueran siempre una extensión de su tristeza. 

Movía su fragilidad como para atraer la mirada de quien no la amó. Él como siempre, tan ensimismado y retador de la realidad que nunca conoció, no pudo descifrar el mensaje.

Prematuramente, medía una y otra vez la temperatura del biberón, aferrándose a este nuevo símbolo, mostrando en sus  blancas manos de mamá agobiada por el cansancio, la suma de sus insatisfacciones y debilidades.

Al menos, lloró.  Él reía entre los juegos del destino, que le ponen fecha de vencimiento a la falta de conciencia.

Nunca quiso dar más de esa medida oculta….y ella llegó, en un último mensaje.  El médico dijo que apagó los ojos y ya no quiso verlos más.

No hubo imagen de la felicidad. 

Cómo pudo abandonarse tanto y no quedarse mirando a quien sí la amaba?.


No lo sé; lloro por ella. No entiendo cómo fue dejando de respirar, sin sentido, porque no sabía que nunca lo iba a alcanzar.  A ella ya la había alcanzado el adiós.

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